«Society» (1989) de Brian Yuzna es una película de terror corporal (body horror) que funciona como una sátira social grotesca y literal de la lucha de clases. La cinta la protagoniza Bill Whitney, un adolescente de una familia adinerada que comienza a sospechar que su elitista círculo social esconde un secreto macabro.

De esta forma, nos es revelada una clase/sociedad parasitaria que se nutre y divierte literalmente consumiendo y «reorganizando» (shunting) cuerpos de incautos de otros estratos. Con esta inquietante premisa y su icónica secuencia final, la película es una metáfora visceral y caníbal de las estructuras de poder capitalistas.

No obstante, el guión (de Woody Keith), no se centra en las capas proletarias, sino en los ‘yuppies’ (young urban professionals), una capa social arquetípica de la ambición materialista y la escalada aspiracional en los 80 del abominable combo Reagan-Thatcher. Nos muestra el precio monstruoso de ese deseo individualista: la complicidad con un desalmado y repulsivo entramado neoliberal.

Extracto de una entrevista para Diabolique Magazine:

Es una película sobre el miedo a ser absorbido por una sociedad que no te quiere por quien eres, sino por lo que puedes darles… es sobre cómo la clase alta se alimenta de las otras clases.

De hecho, Yuzna explica que la idea surgió de su propia experiencia de paranoia y alienación al mudarse a una urbanización de clase alta en Los Ángeles tras el éxito de Re-Animator. Sentía que sus vecinos, aunque amables en la superficie, eran parte de un círculo opresivo y excluyente del que él era un extraño. En el film, las familias de ‘la Sociedad’ representan perfectamente esta dualidad: sonrientes, encantadores y filantrópicos en público, pero literalmente podridos en su interior y monstruos caníbales de puertas adentro.

La película comienza con un desasosegado Billy , confesando que siente que «algo terrible va a ocurrir» si rasca la superfice, y termina con una psicodélica y muy recordada secuencia-explosión de 10 minutos de efectos especiales artesanales -a cargo del maestro Screaming Mad George- que, en su asquerosa viscosidad, escenifican una toma de conciencia sobre el mundo en que vivimos. Larga vida a la nueva carne, y más si es para exponer las graves contradicciones que atraviesan nuestras sociedades.

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